El futuro de la conducción autónoma está tomando forma en las calles de Londres, donde Wayve, una empresa con sede en el Reino Unido, está probando su primer servicio de taxi totalmente autónomo. A diferencia de los sistemas tradicionales de conducción autónoma, el enfoque de Wayve, denominado “AV 2.0”, depende en gran medida de la inteligencia artificial (IA) para tomar decisiones de conducción en tiempo real, en lugar de seguir estrictamente reglas preprogramadas.
La diferencia AV 2.0
La tecnología de Wayve se demostró en un Ford Mustang Mach-E, navegando por el intenso tráfico del norte de Londres con una mínima intervención humana. El sistema manejó maniobras complejas, como giros a la derecha sin protección, con un nivel de fluidez que imita el comportamiento de conducción humano. Este enfoque contrasta marcadamente con el modelo “AV 1.0” del que fueron pioneros empresas como Waymo de Google.
El servicio de robotaxi de Waymo, que opera en cinco ciudades de EE. UU. con más de 10 millones de viajes completados, se basa en una enorme variedad de sensores (que incluyen cámaras, radares y lidar) montados en una flota de Jaguar I-Paces. Si bien es efectivo, este conjunto de sensores es costoso, y las estimaciones sugieren un costo de conversión de alrededor de $30,000 por vehículo.
Reducir costos, aumentar la accesibilidad
La innovación clave de Wayve es reducir drásticamente la factura de hardware para la conducción autónoma. La compañía afirma que su sistema se puede implementar por entre 1.000 y 2.000 dólares, lo que hace que los taxis autónomos sean más viables financieramente para un despliegue más amplio. Según el cofundador y director ejecutivo de Wayve, Alex Kendall, esto representa un “cambio de paradigma” en la industria.
Implicaciones para el futuro del transporte
El menor costo del enfoque de Wayve podría acelerar la adopción de taxis autónomos a nivel mundial. Al minimizar la barrera financiera de entrada, más empresas de transporte podrían integrar esta tecnología en sus flotas. Esto podría generar opciones de transporte más baratas, eficientes y seguras para los consumidores.
El cambio de AV 1.0 a AV 2.0 también sugiere que el futuro de la conducción autónoma estará impulsado por sofisticados algoritmos de IA en lugar de simplemente depender de hardware costoso. Esto podría conducir a sistemas autónomos más adaptables y parecidos a los humanos que puedan navegar en escenarios impredecibles del mundo real.
En conclusión, el trabajo de Wayve en Londres es un paso crucial para hacer que la conducción autónoma sea más accesible, asequible y práctica. El enfoque de la compañía en la toma de decisiones impulsada por la IA podría remodelar el futuro del transporte, acercando los vehículos autónomos a su adopción masiva.






































